¿Cómo vivieron la experiencia los jóvenes que recibieron las primeras dosis de vacunas? ¿Cómo es su presente? ¿Cómo los atravesó la pandemia y que ven en el horizonte inmediato?

Luana (23), vive en el barrio “20 de junio”. Camina por los pasillos de los monoblocks mientras el sol dibuja ángulos rectos de luz y sombra sobre las ventanas y los paredones.

 Estudia kinesiología e intenta trabajar en este contexto como muchos jóvenes

“Tenía ganas de aplicarme la vacuna, me di la AztraSeneca” me cuenta.

“Fue complicado estudiar en pandemia, porque perdés fácilmente la rutina. Este año decidí no cursar y organizar mi tiempo para empezar a rendir finales. Viví situaciones de estrés, prioricé mi salud mental. Dejé de trabajar.

Nos tuvimos que aislar con mi familia el año pasado, mi abuela fue positivo por COVID-19 junto a varios familiares de mi entorno pero ninguno la paso grave.

Este año estoy buscando trabajo nuevamente, todo estuvo complicado.

El encierro afecto la relación con mi familia pero con mis amigas fortalecí los lazos, no nos veíamos seguido antes de la pandemia pero ahora sé lo que se siente no poder verlas.

El futuro:

“En el estudio me parece muy bueno que las clases teóricas puedan quedar guardadas en plataformas virtuales para consultas.

Había formas de hacer los trabajos prácticos y podías revisarlos después. Espero que puedan seguir continuándolo a futuro. La virtualidad es otra forma de educar. Internet es una herramienta muy útil.

La gente va a ser más consciente del cuidado psicológico y de la salud en general, y espero que sepan cuidar todo lo que aprendimos en este tiempo.

El futuro con las vacunas es esperanzador, podemos salir un poco más, es un acierto que se puedan vacunar los más chicos.

Aprendí a valorar los vínculos, podes estar más cerca de la gente que te importa, antes pensaba que daba igual hablar por mensaje desde el celular.

Cynthia (22) vive en el barrio Ceferino más conocido en Viedma como“1016 viviendas”. Algunos perros se acercan curiosos mientras unos chicos juegan a la pelota rodeados de murales.

Está buscando trabajo, y estudia danza. “Me llego un mail para aplicarme la Sputnik V” explica mientras nos acercamos a un tanque de agua de varios metros de altura, uno de los puntos de referencia del barrio.

“Estaba interesada y emocionada de acceder a la primera dosis.

En el gimnasio Fioravanti Ruggeri te explicaban todo de manera muy detallada y había mucha gente trabajando en la vacunación. Me encontré con un montón de amigos.

Nos ofrecieron el testeo de VIH y sífilis y el resultado era instantáneo.

Viedma. 02-07-21. Primera convocatoria para la aplicación de vacunas contra el COVID-19 para jóvenes mayores de los 18 años en el gimnasio municipal Fioravanti Ruggeri.

Fue complicado estudiar en pandemia, éramos muchos los jóvenes que no teníamos pc o un acceso internet o un buen teléfono.

Estaba estudiando, pero abandoné gestión pública y luego retomé.

El tema laboral está complicado, somos muchos con ganas de trabajar o generar algo, hacemos lo que podemos, porque se cerraron muchas puertas. En el momento de estar encerrados los jóvenes empezaron a “activar” desde el arte, el ejercicio, la danza…

El encierro me afecto anímicamente, influía el no tener contacto con los amigos, con la gente del trabajo, tenía noticias de personas cercanas que fallecían.”

Viedma. 02-07-21. Primera convocatoria para la aplicación de vacunas contra el COVID-19 para jóvenes mayores de los 18 años en el gimnasio municipal Fioravanti Ruggeri.

El futuro:

«Hay que remarla y aprender de la tecnología.

El barrio 1016 esta estigmatizado. Hay muchos jóvenes buscando progresar. No tenemos que dejarnos llevar por la desinformación de los medios.

“Las 1016 viviendas“ son paredones llenos de dibujos, son murgas, montones de pibes artistas que salieron de ahí y muchas cosas por mejorar. No se llega a nada desde el prejuicio ni juzgando.

Veo un futuro un poco más esperanzador escuchando a los pibes con nuevas ideas.

Me llama la atención la gente grande que no quiere vacunarse.

Habría que prestarles más atención a los artistas que quieren generar espacios, y promulgar el arte desde esos puntos.»

Francisco (22) vive en el barrio Inalauquen, camina por laberintos, por espacios de tierra y cemento entre los monoblocks.

“Fui con mi pareja y mi cuñado a vacunarme, y vi a gente conocida. Hicimos una fila larga.

El día que me pusieron la vacuna le avisaron a mi vieja el resultado positivo de su hisopado de COVID-19. No sé si fue eso lo que me produjo un decaimiento o los efectos secundarios de la vacuna.”- cuenta desde las escaleras que llegan a la puerta de su casa, su madre vivía a pocos metros de la vivienda de Francisco. Eran familiares y también vecinos.

“No me gustan mucho las vacunas, pero tenía ganas de vacunarme. Me apliqué la Sinopharm.

Soy músico, profesor  y estoy trabajando en un proyecto personal con mi compañera. Con la pandemia se complicó el trabajo, antes tocaba todos los fines de semana en Viedma y estábamos convocando gente. Cuando comienza el aislamiento en marzo, que es el mes más complicado para trabajar, todo se hizo más difícil.

Los primeros meses me sentí deprimido, estuve encerrado sin generar ingresos. Mi vieja me dio una mano y los padres de mi compañera también, de esa manera pudimos subsistir.”

El futuro:

“Creo que va a mejorar un poco la situación con las vacunas, supongo que va a bajar la mortandad y volveremos de a poco al trabajo.

Va a haber una nueva normalidad.

Mi mama falleció por Covid-19, no estaba vacunada y le tenía miedo a la vacunas por los efectos secundarios. Tenía 53 años, hipertensión, obesidad y problemas  cardiacos.

Era la persona que menos tenía que contagiarse de mi entorno.

Tengo dos amigos que perdieron a sus papás también en estos últimos meses y no estaban vacunados tampoco.

Veo el futuro más individual, tuve que cambiar mi forma de laburar y tratar con la gente, estoy más intolerante.

Después de estar 8 meses encerrado fue más difícil volver a relacionarme.”

El sol empieza a esconderse atrás de las escaleras, Francisco esquiva charcos y trata de caminar por las calles de asfalto. Intenta comprar cigarrillos en un kiosco y aprovecha lo último de luz que le queda al día.