Una vecina de Rio Colorado fue la primera mujer que se recuperó de COVID-19 luego de ser intubada y asistida con respiración mecánica por 13 días en una Unidad de Terapia Intensiva en Viedma. Estuvo internada en el Hospital Zatti y en Hospital José Cibanal de Rio Colorado. Fueron 30 días de incógnitas y de una vivencia en el comienzo de la segunda ola de coronavirus en Argentina.

Mabel sale de la UTI, los enfermeros empujan su cama mientras saluda a los terapistas que la atendieron por más de 15 días. Laura, una de las mucamas hospitalarias y Mónica, una de las kinesiologas aplauden.  La primera mujer con COVID 19  que había sido intubada comienza a mejorar y es trasladada al área de clínica médica, el primer paso de una recuperación poco común.

Pero esta historia comienza en Rio Colorado, en el mes de abril.

Mabel es chofer de taxi y tiene 59 años. Vive con su marido Nelson.

“Me sentí resfriada el día 12, el día 13 tenía un poco de tos y dejé de trabajar por las dudas, y me quedé en casa. Como vi que estaba empeorando me hisopé y me dio automáticamente positivo de coronavirus el test rápido” – cuenta desde Rio Colorado.

A los tres días de esta noticia muere Adrián, un amigo íntimo que es el papá de mi ahijado y no pude ir al velorio por estar enferma de COVID-19.

Mi hermano me trajo un oxímetro para medir el oxígeno en sangre, pero no sabíamos cuáles eran  los valores normales.

Me habían traído una pizza que cocino mi mamá y yo le sentía gusto amargo.

Y al otro día mi hermana me llamo al mediodía. Tenía sueño y no tenía ganas de comer, mi voz se estaba apagando.

Se dio cuenta que yo estaba mal y llamó a la guardia del Hospital Jose Cibanal.

Vino la ambulancia. Agarré unas cosas, le dije a mi marido que me ayude, me senté en la silla de la computadora, y pensé: “¿volveré?” y se me cayeron unas lágrimas.

Subí caminando, me senté en una silla de ruedas, arrancó la ambulancia y la enfermera me preguntó si tenía algún contacto para avisar las novedades. Le puse los contactos de primera pantalla en el celular y ya no me acuerdo nada, no sé si me dormí o desmayé… “

A Nelson, su compañero de vida, le habían dicho que en dos horas iban a estabilizar a Mabel y la traerían de regreso. Pero luego en el Hospital de Rio Colorado, decidirían trasladarla  de urgencia a Viedma.  Su oxígeno en sangre era incompatible con la vida.

 

Área de clínica médica o de cuidados mínimos e intermedios del Hospital Zatti de Viedma, donde permanecen internados pacientes COVID 19 Positivos.

Los terapistas trasladan a Mabel, al área de clínica médica o de cuidados mínimos e intermedios del Hospital Zatti de Viedma.

La experiencia en una ciudad “extraña”.

“Ya estaba acostada y veía algo que me cubría, me llamaron, no sé cuántas veces, y me dijeron te vamos a dormir, te vamos a intubar para que puedas respirar” cuenta Mabel.

“Cuando me desperté, pensaba que estaba en el hospital de Rio Colorado, pero estaba en el Hospital Zatti de Viedma, pasaron 10 días aproximadamente y ya había estado boca abajo en la UTI (Unidad de Terapia Intensiva) 4 o 5 días. Estuve en coma inducido. Tenía neumonía bilateral.

Me desperté y seguía intubada, en terapia intensiva no te das cuenta de cómo pasa el tiempo, por ahí te das cuenta que es de día porque entra luz por una ventana.

Ahora me acuerdo de todo, de las charlas de los enfermeros, de los pacientes, de algunas personas que me contenían,  me acuerdo cuando me sacaron el tubo del respirador y me pusieron una mascarilla.

Traté de no estar nerviosa. Pensé en mi mama y en mi nieta y que tenía que salir de esta…”

Mabel mejoraba, y la trasladaron de la UTI a una habitación del área clínica, donde se alojaban los pacientes COVID 19 positivos de cuidados intermedios.

Trabajo de los terapistas en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) durante la recuperación de Mabel en la segunda ola de contagios por coronavirus en Argentina.

“Cuando estaba internada en área clínica me decían que me ponga de costado para ventilar los pulmones, pero yo no podía levantarme, ni taparme, ni estirar las piernas.

Estaba atrofiada, dependía de otras personas, no podía ni usar la chata.

Estaba en la habitación con una señora que tenía COVID-19 y había quedado internada con su hija.

Eran de Viedma y como pude empecé a hablar, y les dije que yo era de Rio Colorado.

Eran conocidas de mi consuegro,  y gracias a ellas me pude comunicar con mi familia, y mi sobrina me mando ropa y algunas cosas necesarias. Me ayudaron mucho.

A esa señora le empezó a faltar el aire después, le pusieron más oxígeno, fue empeorando y la llevaron a la UTI.

Me entere después que falleció, yo salí y ella no, son cosas que duelen.”

Cuando falleció su compañera de cuarto Mabel se quedó sola en la habitación. Había muchos casos de coronavirus en la ciudad y la atención hospitalaria comenzaba a saturarse.

Terapistas y médicos del área de cuidados mínimos e intermedios atienden a Mabel y a su compañera de habitación, ambas con COVID 19 positivo.

Un regreso fotográfico:

“Apenas subí a la ambulancia para regresar a Rio Colorado me hice una foto y cuando arrancó la mande por mensaje desde el celular y le avise a mi familia que estaba de regreso.

 

Un autorretrato como primera imagen de su regreso. (foto: Gentileza de Mabel)

A mis 15 años de edad me regalaron una camarita kodak de esas de las fotos cuadraditas, siempre me gustó la fotografía, me encantan las fotos de la luna.

Volví al Hospital Jose Cibanal a una habitación sola y después a otra habitación que estaba una señora con su nieto.

A través de las ventanas grandes y rectangulares me visitaba mi familia.

El día 17 me pasaron de una sala a otra que era compartida y ahí se quedó mi hermana conmigo.

Tenía que caminar con  el andador para ir al baño. Necesitaba ayuda para que me bañen, si doblaba las rodillas me caía.

Sentarme era caer. Mi hermana estuvo una noche conmigo.

El día que me dieron el alta médica, mi marido me fue a buscar, y me subió al auto.

En casa tuve que aprender a hablar, a caminar. Con la intubación las cuerdas vocales se atrofian. Tenía que hablar en voz baja. De a poco fui recuperando el olfato. Fui superándome.

Me bañaba y se me caía el pelo.  Vi mis uñas más débiles.

 

Cada tanto sentía una molestia de dolor de cabeza.

Antes de enfermarme me había anotado para la vacuna por ser taxista.

Me había quedado en casa la primera cuarentena pero prepare el auto por si tenía que salir  y trabajé con todas las prevenciones.

No sé cómo me contagié.

Empecé a trabajar cuando pude, me  costaba caminar y lo hacía con el andador.

Con los ejercicios del kinesiólogo más mi esfuerzo me fui acomodando.

No podía caminar ligero. Le dije a mi marido que iba a empezar a manejar, probé mover los pedales y empecé de a poco a manejar el taxi.

Me habilitaron para vacunarme y me aplique la Sputnik V y hoy ya estoy lista para la segunda dosis.

Con los anticuerpos después de la enfermedad más la vacuna me siento segura.»

 

Mabel regresó a su casa con Nelson, a su jardín, a verse con su madre y a jugar con su nieta. Sonríe y posa con su mejor perfil para una foto desde una videollamada, en donde pueden verse de fondo las paredes rosadas y la luz del sol que atraviesa varias ventanas, y después de una pausa dice:

 “Que la gente no crea que el COVID-19 es un chiste, espero que todos nos respetemos mutuamente cuidándonos.

No le tengo miedo a la muerte solamente a la forma de morir.»

Mabel, ya recuperada, junto al Dr. Caballero, quien la asistió y acompañó en la ambulancia desde Rio Colorado a Viedma para ser internada en la UTI.

«No sabía si llegabas viva» le confesó el médico. (foto: Gentileza de Mabel)

18-05-21. Primera foto en su casa de Rio Colorado con 10 kg menos producto de la enfermedad. (foto: Gentileza de Mabel)

Mabel en su jardín, despues de 2 meses de haber regresado a su casa. (foto: Gentileza de Mabel)

Su madre Imelda y su nieta Alma, pilares fundamentales para su recuperción en la UTI. (foto: Gentileza de Mabel)