2004

 

Los pasos sonaban huecos,

hinchados de solemnidad.

Marchaban por el corredor, a media luz.

Se erguían como gigantes de sombras,

bramando como fieras alimentadas por un solo deseo.

 

La luz fue secándose como una vena vacía,

acompañada del ruido contundente,

Del “off” en los tableros eléctricos.

 

Miles de soldados saltaron  

desde un precipicio,

como inmensas moles

de madera vital,

devorada por la noche.

 

Sentado en un rincón,

sólo tengo imágenes vagas,

e intento resguardarme

de las bestias que me acechan,

aunque sienta su aliento.

 

¿Estoy muerto?

Todos los días la escena se repite.

Como así mi pregunta.

¿Estoy muerto?

 

 

Lunes, 31 de mayo de 2004